EL DESTIERRO DE BELIAL
En su primer día de trabajo como mucama, en la gigantesca casa de los Mejía; Gloria salió temprano de su casa para poder causar una muy buena impresión a la familia, a la cual prestaría sus servicios.
Era un vecindario muy hermoso y sofisticado, al igual que la casa en la que empezaría a trabajar. Tal vez Gloria no sabía la historia detrás de esa gran mansión, pero todo el vecindario temía a cualquier persona que habitara en ese lugar, puesto que hace nada más un año atrás; una joven, decidió quitarse la vida en esas mismas paredes.
Durante el camino, Gloria; una mujer ya de la tercera edad de aproximadamente 58 años, muy entregada a la religión católica y a su Dios, al cual le rezaba cada mañana, tarde y noche sin falta. Observaba el cielo, el cual estaba un poco nublado; pidiéndole al señor que su primer día fuera excelente, ya que estaba muy nerviosa por trabajar en una casa tan pero tan grande. Al abrir la puerta, es recibida por la señora de la casa, Martha; quien le da una cálida bienvenida y un pequeño recorrido por el lugar.
La casa es enorme, dos pisos, casi seis habitaciones, una cocina amplia; Gloria solo pensaba en todo el oficio que le tocaría qué hacer. Al terminar el recorrido, Marhta le comenta acerca de algunas cosas que suceden en la casa, le dice que a veces se escuchan cosas extrañas, como pasos en la parte del segundo piso, pero que no hay de qué preocuparse, ya que no es nada grave.
Gloria estaba un poco desconcertada, no entendía muy bien lo que le acababa de decir la señora Martha; eso de escuchar pasos en la planta de arriba le parecía muy extraño y no le encontraba una explicación lógica. Pero como pagaban extremadamente bien, decidió hacerle caso omiso al comentario de su nueva jefe.
Ya en la tarde de ese mismo día, todo parecía ir de maravilla; Gloria se reía para sí misma, pensando en lo que le había dicho la señora Martha horas antes, de lo descabellado que sonaba todo ese cuento de los pasos.
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Martha y su hija Ana, le hacían plática a Gloria para conocerla mejor, mientras ella limpiaba la cocina y de repente, se escuchó como unos pasos en la parte superior de la casa. En ese momento las tres mujeres quedaron en un silencio total, viéndose las caras, en un estado de shock repentino; pero luego Martha tomó el valor y se dirigió a Gloria, tocándole el hombro y en un tono tranquilo le dice.
- Es lo que te había comentado antes, pero no tienes nada de qué preocuparte.
Gloria estaba muy nerviosa, ya que solo se encontraban ellas tres en la casa y ese sonido era demasiado claro como para ignorarlo; asintió con la cabeza y con un rostro de angustia, siguió con sus labores, muy pensativa y sin saber en lo que se estaba metiendo.
La hija de Martha; Ana, recibió nuevamente a unos amigos del colegio, que ya habían estado esa tarde en la casa, pero al parecer, volvieron después de ver algo desde la ventana de la casa de uno de los chicos (Juan Camilo) en una de las habitaciones de la parte de arriba.
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Las tres mujeres y los dos chicos que acababan de llegar, subieron a la habitación en donde se había visto aquella extraña sombra. Apenas abrieron la puerta, se percibió un olor extremadamente fuerte, como el de un animal en descomposición. Era horrible y el chico Juan Camilo iba a entrar al baño de ese cuarto, pues al parecer de ahí salía ese aroma tan penetrante y desagradable; pero Gloria lo detuvo, pues ella era la encargada de asear la casa; así que bajo y trajo las cosas para poder limpiar aquel baño.
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Mientras Gloria limpiaba el sifón, pudo ver en el fondo de este un extraño bulto de color rojizos y amarillos; lo sujetó con fuerza y al jalar, salió una bola de cabellos rubios con un enredo de coágulos de sangre. Gloria se asustó demasiado y pegó un grito que alertó a todos. Juan Camilo comenzó a vomitar, todo estaban horrorizados, en sus rostros solo se podía ver el miedo y desagrado por lo que habían visto en ese momento.
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Gloria solo miraba a la señora Martha en busca de una explicación, pues eso que habían encontrado en ese lavamanos, no era nada normal. Juan Camilo se fue para su casa con su amigo y la hija de la señora fue para su habitación. Gloria seguía limpiando y Martha no tuvo de otra que contarle lo sucedió en esa casa, ahora ya comprendía todo. Con la fé en Dios en alto, Gloria siguió trabajando en la enorme casa.
Dos días después de lo ocurrido, una mañana; cuando toda la familia se encontraba fuera de la casa. Gloria estaba limpiando las vitrinas de la sala, y en un segundo, enfocó su mirada en el reluciente vidrio y pudo ver en él, el reflejo de una joven, de cabellera rubia y de ojos oscuros; en realidad, parecía no tener ojos. Pegó un brinco y con un grito en seco, se giró rápidamente; tenía sus dos manos en el corazón, sentía que se iba a desmayar y un minuto en shock después, se escucharon unos pasos en el piso de arriba, seguido la risa de una niña. Gloria muy asustada comienza a orar, pidiendo por el alma de la pobre niña que al parecer no ha podido descansar en paz y sigue recorriendo los pasillos de esa enorme casa. Los pasos y risas, cesan inmediatamente.
En los días siguientes, sigue pasando lo mismo; los pasos, las cosas que caen al suelo, las risas y los olores a putrefacción que salen de todos los baños de esa casa; al limpiarlos, encontró cabellos con sangre en cada uno de ellos. Esto tenía muy preocupada a Gloria, pues cada día, sentía más fuerte esta presencia y no se sentía como si una niña inocente estuviera ahí, sino... algo más maligno.
Ya Gloria cumplía dos semanas trabajando ahí. En una tarde, donde la calma se perdura en el ambiente, la señora Martha se encontraba en casa, leyendo un libro mientras las gotas caían detrás de ella en el jardín; se encontraban ellas dos solas en la inmensa casa. Gloria estaba terminando de limpiar el barandal de las escaleras cuando... algo de forma abrupta le jala el cabello; ella grita y llorando, corre hacia donde están sus cosas, muy asustada y temerosa de que algo más le pueda pasar decide irse de esa casa. Martha, al ver a Gloria correr hacia la puerta de la entrada, la detiene sosteniendo su antebrazo y preguntándole el por qué se encuentra tan angustiada; Gloria, entre lágrimas le cuenta lo sucedido y todo lo demás que ha tenido que soportar en esa casa. La señora de la casa trata de convencerla de que se quede, pero Gloria ya no quería sentir más miedo y entre disculpas se va.
Dos días después de que dejó de trabajar para los Mejía, Gloria comenzó a sentir cosas en su propia casa; veía sombras correr de un lado para otro, voces e incluso pasos que se escuchaban caminar detrás de ella; se volvió paranoica o tal vez se volvió sensible a las cosas paranormales. Había pasado solo una semana y en esa desesperación de todo lo que estaba sintiendo y viendo, decide buscar ayuda.
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