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DÍA 8

Abril 13 de 2012

 

Mi mamá comenzó hacer amistad con la vecina de enfrente, su hijo iba al mismo colegio al que yo entraría (el colegio al cual Violeta asistía), y las dos creyeron que era una buena idea que él me hablara un poco del colegio antes de entrar. Además así tendría una cara conocida en los primeros días, resultó ser todo lo contrario y no tenía nada que ver con Juan Camilo, mi vecino; sino con todo lo que desencadenó la charla que tuvimos, con todo lo que aprenderíamos el uno del otro.

  • Violeta iba en mi salón desde la primaria, si sabías ¿no?, fue lo primero que me dijo cuando nos conocimos. Y no, no lo sabía.

Juan Camilo era una gran persona, pero con un humor bastante “peculiar” (Por no decir bizarro), por lo que no tenía amigos, excepto un grupito de chicos  igual de raros que él, con los que se juntaba.

Violeta por otro lado, se podría decir que era el extremo opuesto. Era una chica que le caía bien a todos y todos en la escuela la conocía, por eso a pesar de saludarse y a veces compartir el camino hacia el colegio, nunca hubo una verdadera amistad con Juan, sin embargo, él parecía conocer perfectamente la historia alrededor del suicidio. Él había estado en contacto con Violeta en sus últimas semanas y yo estaba a punto de enterarme de más cosas.

  • ¿Nunca has sentido nada raro en esa casa?, me preguntó Juan. Te lo cuestiono sin tratar de asustarte, pero te voy a contar algo, continuó. La ventana de mi hermanito, da hacia enfrente de tu casa y todavía en la noche, él llega a mi cuarto pidiendo que lo deje dormir conmigo, dice que hay una muchacha colgada en la casa de enfrente; mi mamá lo regaña por decir eso y me echa la culpa a mí, diciéndome que de seguro yo le conté lo que pasó y que de alguna manera lo traumatize, pero yo nunca le he dicho nada y eso me pareció muy raro, sobre todo por todas las cosas tan extrañas que vivió Violeta antes de morir, terminó de decir.

Sus palabras quedaron resonando en mi cabeza (era como si me hubiera caído un balde de agua fría). Y es que mi mamá había sido muy cuidadosa de no contar nada sobre lo raro que pasaba en la casa, de que incluso los vecinos que nos ayudaron aquella vez, contaran que todo el alboroto, se había tratado de un ladrón que había intentado entrar por la puerta de atrás; lo que me estaba contando Juan Camilo, no tenía que ver nada con lo que nos había ocurrido.

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