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DÍA 4
Marzo 3 de 2012
Me instalé en el cuarto contiguo, el que era de Camila y solo lo usaban como bodega para guardar todo lo que mis tíos no pudieron, o no quisieron llevarse a la casa.
El primer día, estaba tan cansada que dormí en el cuarto aún lleno de objetos, sin importarme nada; habían buenos recuerdos de la familia de Violeta. Intenté relajarme, olvidarme de las pesadillas, olvidarme de lo que a unos metros de mí había ocurrido un año atrás. Me había dormido apenas unos segundos, cuando un sonido me alertó de repente; alguien caminaba en la habitación contigua... En la habitación de Violeta. Seguí escuchando el sonido, primero muy tenue, hasta que fue lo suficientemente fuerte para estar segura de que alguien estaba caminando en ese cuarto. Me quedé inmóvil, en shock, sin el valor de correr al cuarto de mis padres porque tenía que atravesar el pasillo y pasar junto esa puerta (el solo recordarlo, hace que mi cuerpo se estremezca).
No puedo describir el miedo que sentía y más aún cuando escuché el sonido de la puerta al abrirse y después, unos pasos pesados caminar lentamente por el pasillo hasta llegar a mi puerta. Quise pensar que estaba soñando, abrí los ojos y por debajo de la puerta, vi una sombra… Alguien parado frente a ella en el pasillo y luego la perilla de mi puerta empezando a girar. Fueron unos segundos, o tal vez una fracción de segundo que me parecieron una eternidad.
Cuando la puerta se abrió, pude reconocer a mi padre; sentí una mezcla de alivio y miedo que hasta el día de hoy es difícil de explicar (como si se me devolviera el alma al cuerpo). La tranquilidad volvió a mí por unos segundos. Por un momento pensaba en fantasmas, pero así como llegó, se fue cuando mi papá prendió la luz y vi que estaba completamente pálido, como si hubiera visto algún fantasma.
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Tú no eras la que estaba caminando hace un momento, ¿verdad?, me preguntó con la voz más seria que le he podido escuchar.
Le respondí que no y así con todo y mis 15 años, sentí como mi papá me cargó en ese momento y me llevó hasta el cuarto con mi mamá que nos esperaba con la luz prendida.
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Yo también lo escuché, les dije todavía en shock con la mirada perdida.
Mientras mi mamá, que siempre ha sido la más racional de la familia, intentaba explicar lo que todos habíamos escuchado; diciendo que a veces las energías permanecen en los lugares en donde ocurrieron situaciones fuertes, donde hubo emociones intensas; lo decía y luego callaba. Sorprendida tal vez por las teorías que siempre consideró disparatadas y que ahora ella misma usaba para intentar explicar que lo que acabábamos de escuchar, no eran los pasos de un fantasma.
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